La inklinación te da una visión diferente, quizás distorsionada, te sitúa en la inseguridad permanente, te hace sentir. Nunca acabas de saber si vas a caer, a luchar por tu propia erección o a seguir, sencillamente, en un abismo que te recuerda a ti misma y a todo lo demás. A veces pasa eso, que a una le da por pensar o por inklinarse a hacerlo.
dimarts, 11 de gener del 2011
la dueña del tacón inklinado...
Se salió de su zapato de tacón y se vino abajo, a mirar. Fue buena idea observarlo de frente. Ni es la Cenicienta, ni la Mujer de Rojo. Es simplemente la que véis, una señora ya madurita que se peina y se pinta como le da la gana. Y si se quiere bajar de sus tacones, pues se baja y a correr, que para eso es la dueña del dolor de su altura.
Ah! Una buena notícia: el gusanito verde acaba de salir definitivamente de debajo del pedrusco. ¡A ver dónde se nos esconde ahora el kamikaze!
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