dijous, 9 de desembre del 2010

Desinclinación

Me detuve. Os pido mil disculpas. Paré de escribir y me puse a dibujar. Jamás lo había hecho antes (bueno, dos chapucillas, en las vacas de Galizia). Pensaba que no sabía. Ahora sé que sí, que sí sabía, aunque no lo supiera. Bien o mal, eso no importa. Lo importante es que hay cosas que decir desde las tripas, que salen, como en un parto, a lo que tenga que ser, pero a la vida al fin y al cabo.

Me desinclino a seguir para seguir de otra manera. Y lo hago con miedo, con ilusión y con esperanza. Igual que me levanto cada día de la cama.

No tengo ni idea de por qué. No hay intención. Creo que es una convulsión interna que quiere nacer sin el permiso oficial. Así que sólo se me ocurre una canción: ¡Adelante Bonaparte!

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